El tiempo en Nava del Rey

sábado, 23 de abril de 2016

23 DE ABRIL - DIA DE CASTILLA Y LEON

FELIZ DÍA DE CASTILLA Y LEON




HISTORIAS DE CASTILLA Y LEON (III)

BATALLA DE VILLALAR Y EJECUCIÓN DE BRAVO, PADILLA Y MALDONADO


Recomendamos leer nuestras páginas sobre los dos antecedentes: el comienzo de la sublevación comunera por el linchamiento de Segovia y la conversión de la sublevación en guerra tras la Quema de Medina del Campo





batalla_de_villalar_juana-la-locaLa quema de Medina del Campo por las tropas leales al Rey provocó la indignación de toda Castilla. Valladolid y muchas ciudades que habían permanecido expectantes se unieron en unas nueva organización de carácter revolucionario que adoptó el nombre de Cortes y Junta General del Reino. El 24 de septiembre de 1520 sus representantes se entrevistaron en el castillo de Tordesillas con la reina-madre Juana la loca, tratando que esta recuperase legalmente el control del gobierno; algo que ella rechazó. Mientras los procuradores de las ciudades sublevadas detenían a los integrantes del Consejo Real y tomaban el poder, los vasallos de algunos aristócratas se sublevaban contra sus Señores; ese fue el caso de los habitantes de Dueñas, que se levantaron contra el Duque de Buendía. El cariz anti-aristocrático que fue tomando el movimiento provocó que muchos nobles castellanos que inicialmente estuvieron en contra del Emperador y de sus consejeros extranjeros, decidieran que era un mal menor apoyarle si de esa manera evitaban perder el control de los vasallos que les pagaban los tributos.




batalla_de_villalar_Pedro-GirónPara recuperar popularidad y tratar de disociarse de la indignación generada por la quema de Medina del Campo, el cardenal Adriano de Utrecht puso a dos nuevos nobles al frente del ejército del Rey: el Condestable de Castilla Iñigo de Velasco y el Almirante de Castilla Fadrique Enríquez. El ejército comunero llegó a reunir hasta 17.000 hombres pletóricos de moral. Pero entonces Juan Bravo perdió el generalato en favor de Pedro Girón —importante aristócrata y ex-miembro del Consejo Real— a causa de la diferencia de linaje. Un despechado Padilla regresó a Toledo con sus tropas. Pero en muy pocos meses la situación militar tuvo un vuelco; la derrota en la batalla de Tordesillas les privó de la custodia de la reina-madre Juana la loca, la importante ciudad de Burgos se puso a favor del Emperador y Girón dimitió y desertó. En diciembre de 1520 fue reclamado urgentemente Juan de Padilla, que regresó a marchas forzadas con un nuevas tropas reclutadas en Toledo. Al reunirse con las desmoralizados comuneros, reorganizó el ejército; éste incluía una buena artillería y numerosos arcabuceros, pero que tenía muy pocos jinetes. A pesar de todo, con ellos consiguió conquistar el castillo de Torrelobatón. A pesar de esa victoria Padilla tenía un grave problema de autoridad, pues numerosos capitanes y procuradores interferían en sus decisiones. En sus inmediaciones se colocó el ejército imperial comandado por Iñigo de Velasco —condestable de Castilla— con gran contingente de caballería en el que figuraba la gran mayoría de los nobles castellanos; por ello los imperiales tenía una gran ventaja de producirse una batalla en las grandes llanuras de los alrededores. Por su parte, los comuneros tenían la ventaja de estar fortificados y disponer de una potencia de fuego superior, tanto por la artillería que habían recogido tras la quema de Medina del Campo como por la gran cantidad de milicianos de las ciudades que disponían de arcabuces.
El hecho de que esos días lloviera y el campo estuviera muy pesado para el movimiento de tropas y la evolución de la caballería era una ventaja a favor de los comuneros. Las tropas imperiales se hallaban incómodamente acantonadas en el pequeño pueblo de Peñaflor de Hornija; impacientes de entrar en combate pero sin ver la oportunidad de poder organizar un asedio del castillo.




Se extendió entre los comuneros el miedo a quedar aislados frente a un ejército muy superior. Tras largas discusiones con los numerosos procuradores y capitanes comuneros, en la  madrugada del 23 de abril Padilla dio órdenes a su ejército para dirigirse bajo la lluvia hacia la ciudad comunera de Toro; allí esperaban incorporar más tropas y poder enfrentarse a los imperiales. Al comenzar a moverse las tropas del Emperador comenzaron a seguirles. Pero los comuneros llevaban mucha artillería que arrastrar por el enfangado camino y casi todas sus tropas iban a pié, en tanto que los efectivos de Iñigo de Velasco contaban con una numerosa caballería. Al darse cuenta Padilla que iba ser imposible llegar a Toro sin combatir contra un ejército superior, trató de situar al ejército comunero en una posición aventajada en el pueblo de Vega de Valdetronco; pero sus tropas deseaban llegar a Toro cuanto antes y no le obedecieron. Por eso el ejército comunero continuó el camino, con los imperiales cada vez más cerca. Al llegar a las inmediaciones del pueblo de Villalar el ejército comunero debió de prepararse precipitadamente para el combate pues la caballería del Condestable ya alcanzaba a su retaguardia. Padilla trató de fortificarse en el pueblo, colocando en sus calles los cañones; mientras tanto, los últimos de su ejército fueron alcanzados por la caballería imperial en un lugar llamado Puente del Fierro. Los cansados soldados fueron fácilmente derrotados por los jinetes, produciéndose una auténtica masacre. Muchos de los comuneros que habían alcanzado el pueblo, en lugar de ponerse en formación para combatir, sustituyeron las cruces rojas de su uniforme por cruces blancas —el distintivo que llevaban las tropas del emperador— y se dieron a la fuga aprovechando la confusión. Ante la desbandada, Padilla y cinco escuderos hicieron una carga contra la caballería imperial al grito de «Santiago y libertad»; pero tanto ellos como el resto de capitanes comuneros que se quedaron luchando fueron capturados por los imperiales. Para cuando la infantería del ejército imperial llegó al lugar, la batalla de Villalar ya había acabado.


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Al día siguiente los señores alcaldes Cornejo, Salmerón y Alcalá juzgaron a los capitanes Juan de Padilla, Juan Bravo, Francisco Maldonado y Pedro Maldonado. Tras declarárseles traidores a la Corona, fueron sentenciados a muerte, a la confiscación de sus bienes y a la pérdida de sus cargos. Intervino entonces el Conde de Benavente —influyente consejero del Emperador y tío de la esposa de Pedro Maldonado— consiguiendo que se respetase la vida del segundo de los Maldonados. Tras comunicárseles la sentencia a los reos, se les dio tiempo para escribir a sus familias y confesarse. Juan de Padilla redactó dos cartas de despedida, una a su esposa María Pacheco y otra a sus conciudadanos de Toledo. A continuación, los tres condenados a muerte fueron llevados al cadalso improvisado en la plaza del mercado del pueblo de Villalar.

Allí fue donde se produjeron los siguientes hechos. Cuando el pregonero se encontraba leyendo la mencionada sentencia: “Esta es la justicia que manda hacer Su Majestad y su condestable y los gobernadores en su nombre a estos caballeros: mándalos degollar por traidores…” El condenado Juan Bravo le interrumpió gritando: “mientes tu y aún quien te manda decir; traidores no, más celosos del bien público si, y defensores de la libertad del reino”. Entonces Padilla intervino: “Señor Juan Bravo: ayer era día de pelear como caballeros, y hoy de morir como cristianos”. A continuación Juan Bravo solicitó al verdugo ser decapitado antes que Padilla, con el argumento de que no quería ver morir al hombre más valiente y más bueno de Toledo. Y así se hizo.


batalla-de-villalar_el-empecinadoLa resistencia en todas las ciudades comuneras se desmoronó rápidamente, enviando sus regidores solicitudes de perdón al Emperador, y huyendo muchos de ellos. Mantuvieron la resistencia las ciudades de Madrid y de Toledo; en esta última estaban el Obispo Acuña y María Pacheco (véase nuestra página sobre la resistencia de esta heroina). Tres siglos después, en 1821 el Gobierno Liberal envió a El Empecinado —general y antiguo guerrillero de la Guerra de la Independencia— con el objeto de recuperar los cadáveres de los capitanes ejecutados y conmemorar la memoria de la batalla de Villalar. Así el Estado deseaba consagrarles como defensores de los derechos y libertades de los habitantes de Castilla (y de España en su conjunto) frente al poder absoluto del Rey; así como la defensa de los intereses nacionales frente a los extranjeros.





El simbolismo de aquellos ajusticiamientos continuó décadas después. En 1889 Práxedes Sagasta —presidente del Consejo de Ministros y líder del Partido Liberal— ordenó que se sustituyera el rollo de justicia de la Plaza Mayor de Villalar por un gran monolito conmemorativo. El pináculo de ese rollo jurisdiccional quedó depositado en el ayuntamiento de Villalar (donde se exhibe a quien visite el edificio), celebrándose la primera fiesta conmemorativa de los comuneros en la localidad.


En 1932 —durante el primer gobierno de la Segunda República— el pueblo pasa a denominarse Villalar de los Comuneros. Los actos conmemorando la batalla de Villalar se interrumpieron desde el inicio de la Guerra de 1936 hasta la muerte del general Franco. A partir de 1976 cada 23 de abril se vienen celebrando en la localidad actos conmemorativos castellanistas en Villalar, recordándose la derrota comunera. Al aprobarse en 1983 el Estatuto de Autonomía de Castilla y León, en su artículo 6.3 se designa el 23 de abril como día oficial de Castilla y León. Desde hace algunos años en la noche del 22 se celebran actuaciones musicales y una gran acampada libre siendo al día siguiente los actos políticos. En el paraje de Puente del Fierro —escenario de la Batalla de Villalar— en el año 2004 se levantó un monumento conmemorativo de la batalla de Villalar.





Contra todo pronóstico, la destrucción del ejército comunero y la ejecución de sus capitanes no supuso el fin de la guerra, pues esta fue continuada por la viuda de Padilla: la indomable María Pacheco, defensora de Toledo

Texto de Ignacio Suárez-Zuloaga e ilustracion de Ximena Maier.
Texto íntegro de www.escapadafascinante.com (Ignacio Suárez-Zuloaga e ilustracion de Ximena Maier.) fotografias: nortecastilla; evamansilla.com

jueves, 21 de abril de 2016

HISTORIAS DE CASTILLA Y LEON (II)

Quema de Medina del Campo y Guerra de las Comunidades

Os dejamos con la segunda parte de esta trilogía de articulos dedicados al origen de nuestra Fiesta de Castilla y Léon - 23 de abril -



Al divulgarse por todas partes el espectacular linchamiento del procurador Tordesillas en Segovia, el cardenal Adriano de Utrecht –regente de Castilla– se enfrentó con una sublevación revolucionaria como no se había visto en el Reino. Para tratar de controlar la situación, el 10 de junio ordenó a Rodrigo Ronquillo –alcalde de Zamora y famoso por su dureza– reunir un ejército con el fin de tomar la ciudad, reinstaurar el orden y dar un ejemplar castigo a los comuneros de Segovia. Mientras la ciudad se encontraba en una efervescencia revolucionaria, la guarnición del Alcázar de Segovia se mantuvo fiel al Rey; pero no podía salir, pues estaba asediada por las milicias capitaneadas por Juan Bravo.
 
Los comuneros segovianos realizaron un boquete en primitiva la catedral románica para colocar artillería con la que bombardear directamente el Alcázar (que entonces se encontraba justo enfrente). Los destrozos y los derrumbamientos subsiguientes fueron tan graves que la catedral de Segovia se arruinó —véase marcado con una flecha las ruinas frente al Alcázar—. Lo que quedaba fue demolido, y la catedral se movió mucho más lejos de la fortaleza (al lado de la Plaza Mayor) edificándose una nueva catedral en estilo gótico-renacentista. Mientras tanto, la situación de los defensores del Alcázar se agravaba. Las tropas «realistas» situadas en Santa María La Real de Nieva trataban de hacer llegar suministros al Alcázar y evitar que los segovianos recibieran víveres.
Para hacerse una idea del ambiente de excitación y desafío de aquellos días, conviene constatar lo siguiente. Al saber los comuneros segovianos que el Alcalde Ronquillo se acercaba a la ciudad con su ejército, un grupo de ciudadanos decidieron marchar con maderos y herramientas hasta el arrabal de la ciudad. Al llegar al lugar donde se celebraban habitualmente las ejecuciones —enfrente de la Iglesia de Santa Eulalia— se pusieron a construir un segundo patíbulo al lado de aquel en que pendían desde hacía días los cadáveres de los dos alguaciles y del procurador Tordesillas; y allí pusieron un cartel de que esa horca estaba destinada para Ronquillo. Como jefe de la milicia segoviana, Juan Bravo envió emisarios pidiendo ayuda a las demás ciudades. Solo dos respondieron positivamente: Juan de Zapata llegó al frente de las milicias de Madrid y Juan de Padilla con las tropas de Toledo.


Los tres capitanes comuneros se reunieron en la ciudad integraron sus milicias ciudadanas en un emergente ejército comunero. Éste derrotó al ejército de Ronquillo en Zamarramala (a las afueras de Segovia). Como Ronquillo había nacido en Arévalo y tenía allí apoyos, decidió refugiarse en su castillo. Poco después se reunió con él otro partidario del Rey: Antonio de Fonseca —Señor del Castillo de Coca (cerca de Segovia y de Arévalo)— acompañado de su mesnada de vasallos. El ejército “realista” ganó fuerza, pero carecía de una artillería con la que derribar unas murallas; por ello dedicó su caballería a ayudar a los defensores del Alcázar segoviano y a hostigar a los comuneros.

Juan de Padilla convocó a las ciudades con representación en Las Cortes para que acudieran a una reunión. El 29 de junio se encontraron en la capilla de San Bernabé de la catedral de Ávila los representantes de 5 de las 14 ciudades con derecho a asiento en las Cortes de Castilla: Ávila, Salamanca, Segovia, Toro y Zamora;. Durante la misma organizaron una Junta Santa que se hiciera cargo del gobierno del Reino, anulando los nuevos impuestos votados en La Coruña, reservándose los nombramientos de cargos para los castellanos y decidiendo que designaría a un castellano como regente del reino en sustitución de Adriano de Utrecht. En ella también se nombró jefe del ejército comunero a Juan de Padilla.


El ejército «realista» situado en Arévalo disponía de una caballería superior pero sin artillería no podía tomar Segovia y socorrer al Alcázar. Consciente de esto, el regente Adriano de Utrecht ordenó que se hicieran con la artillería que se guardaba en Medina del Campo. El ejército del rey llegó el día 21 de agosto por la mañana a las puertas de Medina del Campo. Su jefe Antonio Fonseca le instó al corregidor (el alcalde nombrado por el rey) para que le entregase la artillería; y éste accedió. Pero los vecinos se opusieron.
Estos cogieron las piezas de artillería y las situaron en la Plaza Mayor, frente al Ayuntamiento; les quitaron las cureñas y las ruedas para que no pudieran ser transportadas en caso de resultar finalmente capturadas. Finalmente, cerraron todas las puertas, se atrincheraron y se prepararon para defenderlas.

Al no poder avanzar, Antonio Fonseca ordenó que se pegara fuego a edificios situados en tres lugares distintos del pueblo; entre ellos, el Monasterio de San Francisco. Con esa estrategia pretendían que los vecinos abandonasen sus puestos para apagar las llamas, permitiendo que sus tropas tomaran los cañones. Pero el fuego se extendió muy rápido mientras que los vecinos no se movían de sus sitios alrededor de la artillería. Al comprobar la catástrofe que acababan de desatar, Fonseca dio orden de retirada a las tropas. Mientras regresaban a Arévalo sin las piezas de artillería y los vecinos trataban de apagar el incendio, la mayoría de la población huía despavorida. Para cuando se consiguió apagar el incendio, ya se habían calcinado trescientas cincuenta casas, incluido el edificio en que estaban almacenadas todas las mercancías de los comerciantes de este importante mercado.


Los vecinos se tomaron la justicia por su mano con los que consideraron simpatizantes del Rey. Uno de los regidores partidarios de entregar la artillería fue acuchillado y tirado por una ventana. Ávidos de venganza, los de Medina del Campo se dirigieron contra el castillo «realista» de Alaejos, tomándolo.

Dos días después llegó la noticia a Segovia. Los regidores segovianos escribieron a los de Medina del Campo en los siguientes términos: “…Dios nuestro Señor nos sea testigo, que si quemaron de esa villa las casas, a nosotros abrasaron las entrañas, y que quisiéramos más perder las vidas, que no que se perdieran tantas haciendas. Pero, tened, señores, por cierto que, pues Medina se perdió por Segovia, o de Segovia no quedará memoria, o Segovia vengará la su injuria a Medina”. Inmediatamente, los comuneros segovianos organizaron una expedición para tratar de vengarse de Fonseca atacando su castillo de Coca; pero al carecer de artillería de asedio, no consiguieron conquistarlo.

Al extenderse por toda Castilla la noticia de la quema de Medina del Campo, numerosas ciudades que habían permanecido tranquilas se sumaron a la rebelión. El miedo se apoderó de Ronquillo, que se retiró de Santa María la Real de Nieva, cejando en el aislamiento de Segovia. Al llegar a Medina del Campo el ejército comunero de Juan de Padilla, los habitantes le entregaron la artillería que tanto les había costado defender. La quema de Medina del Campo tuvo también consecuencias para su autor: Fonseca dejó el mando de sus tropas y viajó a Alemania para verle al ya Emperador y explicar su conducta.

Acabada la Guerra de las Comunidades hubo un pleito en el que se solicitó el pago de daños y perjuicios por aquellos hechos; pues una gran paradoja resultó ser el que los propietarios más perjudicados fueron mercaderes partidarios del Emperador.

La quema de Medina del Campo aquel 21 de agosto de 1520 se convirtió en un ejemplo de la iniciativa espontanea de la gente para defender causas populares, así como el del terrible precio que se puede llegar a pagar por la solidaridad. La ciudad de Segovia la pondría el nombre de Plaza de Medina del Campo a una de las más céntricas y bellas de Segovia intramuros.

Además, el paso del tiempo no ha hecho que aquellos sucesos se olviden. Son recordado cada año en la ciudad de Segovia por los más autonomistas, que realizan un acto de hermanamiento en la plaza de Medina del Campo, donde está situada también la estatua dedicada a Juan Bravo. 


En Medina del Campo también se recuerda aquel evento de la Guerra de las Comunidades en forma festiva; una cita anual en la que los vecinos se visten con trajes de época y colaboran en actividades lúdicas. Cada mes de agosto hay una Feria de Imperiales y comuneros que el día 21 del mes se convierte en una conmemoración teatralizada de la Quema de Medina del Campo.
Y quedamos emplazados para el tercer y ultimo capítulo de esta serie, La Batalla de Villalar y ejecución de Bravo, Padilla y Maldonado.
Texto íntegro de www.escapadafascinante.com (Ignacio Suárez-Zuloaga e ilustracion de Ximena Maier.) fotografias: nortecastilla; evamansilla.com

miércoles, 20 de abril de 2016

HISTORIAS DE CASTILLA Y LEON (I)

Linchamiento en Segovia y sublevación de los comuneros.


Comenzamos con la recopilación de artículos alrededor del origen de la sublevación Comunera que hoy da pie a la celebración del DIA DE CASTILLA Y LEON y que tiene por fecha el 23 de abril.

Conozcamos un poco los hechos que marcaron nuestra historia. Hoy empezamos por el Linchamiento de Segovia, la chispa que encendido las teas comuneras


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En febrero de 1518 el rey Carlos I se presentó en Valladolid ante las Cortes de Castilla rodeado de asesores flamencos y sin casi ser capaz de hablar castellano; causando una pésima impresión. El reino llevaba muchos años de inestabilidad a causa del vacío de poder provocado por la incapacitación de la reina Juana I, por la temprana muerte de su marido Felipe de Borgoña, por las dos regencias del cardenal Cisneros y por la regencia del antiguo rey consorte: Fernando el Católico. Por ello los dirigentes de Castilla opinaban que el reino requería de una suma atención por parte de un líder dotado de una autoridad incuestionable. Por el contrario, éste rey de solo 17 años se dedicó a organizar torneos hasta conquistar a la viuda de su abuelo Germana de Foix, así como a repartir los principales empleos del reino entre amigos sin experiencia. Causó especial perplejidad que el trascendental cargo de arzobispo de Toledo (y Primado de España) se le encomendara a un flamenco de 20 años. Muy pronto, los predicadores de las órdenes religiosas se convirtieron en los portavoces del descontento por la actitud del rey y de su séquito; aparecieron clavados pasquines con textos como el siguiente: “Tu, tierra de Castilla, muy desgraciada y maldita eres al sufrir que tan noble reino como eres, sea gobernado por quienes no te tienen amor”.

Un año después de haberse presentado ante las Cortes, y sin todavía haber llegado a ganarse la confianza de las fuerzas vivas del reino, Carlos I fue elegido emperador. Por eso Castilla pasaba a ser una parte más de un Imperio cuyo centro de decisión estaba a miles de kilómetros; algo sin precedentes para Castilla. A comienzos de abril de 1520 los procuradores que representaban a las ciudades en las Cortes fueron convocados en Santiago de Compostela. Se creó un ambiente muy hostil hacia el joven rey porque ya se sabía que el motivo sería la votación de nuevos impuestos para el pago de los votos de los príncipes electores del cargo imperial, así como para el pago de los fastos de la aceptación del honor. En Salamanca predicadores divulgaron escritos animando a resistirse, en los que emplean por primera vez el término “Comunidades”; en tanto que el pueblo de Toledo impidió la salida de sus procuradores a Cortes, haciéndose cargo del gobierno de la ciudad.

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Debieron de pasar muchos días y fuertes presiones hasta conseguir que las Cortes votasen la recaudación del dinero que necesitaba. Finalmente, una vez arrancada a los procuradores la decisión de cobrar nuevos impuestos para financiar los gastos de acceso a la dignidad imperial, el rey Carlos I se marchó hacia Alemania con su séquito. En manos del regente cardenal Adriano de Utrecht quedó al mando de un reino enfurecido por la forma en que venían siendo tratados, y que desconfiaba de la fidelidad de los procuradores que les representaban; pues estos habían desoído las instrucciones que les habían dado. Al fallarle sus representantes legales, los ciudadanos empezaron a elegir a unos nuevos líderes de estas comunidades, preparándose el ambiente para que se produjera la sublevación de los comuneros (el nombre que se fue extendiendo).

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Iglesia de San Miguel
El 29 de mayo regresaban de las Cortes de la Coruña los procuradores Juan Vázquez del Espinar y Rodrigo de Tordesillas, siendo advertidos del linchamiento en la ciudad de Segovia de dos alguaciles del rey. Les explicaron que la causa del crimen había sido la noticia de que ambos procuradores habían votado a favor de conceder la gran suma de dinero que había solicitado para pagar los gastos de su elección como emperador. Vázquez del Espinar recomendó a su compañero que se quedase en su casa de El Espinar hasta que la situación en Segovia se calmara; pero el procurador Tordesillas —casado recientemente y con la conciencia tranquila— regresó a su casa; cuando 
entraba de anochecida fue advertido por una voz desconocida para que no saliera de la misma. Al día siguiente el procurador se puso las vestimentas de su cargo y se dirigió hacia la iglesia de San Miguel, pues al carecerse de un edificio municipal allí es donde se reunían el alcalde, los regidores, escribanos y demás responsables del ayuntamiento. Enterado de que el procurador se dirigía hacia allí, el cura párroco de dicha iglesia le salió a buscar, intentando convencerle para que se escondiera. Pero él decidió seguir adelante. La primitiva Iglesia de San Miguel se encontraba en medio de la actual Plaza Mayor de Segovia, donde actualmente está el quiosco de la música; en 1532 se demolió para ampliar la plaza, trasladándose unas decenas de metros hasta su ubicación actual. Si se visita la “nueva” iglesia gótica de San Miguel se puede ver la portada románica de la antigua iglesia; delante de esta ocurrió el drama.

Cárcel Real de Segovia (S.XVII)
El gentío se arremolinó frente a la portada del templo aporreando la puerta y amenazando con tirarla abajo si no se le dejaba entrar a participar en la discusión. Para evitar el asalto del templo el procurador salió afuera e intentó leer en alto un escrito que llevaba consigo; pero los amotinados se lo arrancaron de las manos y le hicieron callar. Le echaron una soga al cuello y se lo llevaron por la actual calle Infanta Isabel hasta la Cárcel Real. El actual edificio de la biblioteca es del siglo XVII —en la calle Juan Bravo 11— y sustituye a aquella cárcel. Se trataba de un monasterio cisterciense del siglo X que había sido adaptado para ese uso, donde estuvo detenido tiempo después el dramaturgo Lope de Vega; el actual edificio ocupa ese espacio y contiene elementos del inmueble anterior.

En San Francisco les salieron al paso el prior de ese convento —que resultó ser el hermano del procurador— y todos los monjes. Los franciscanos se arrodillaron ante la multitud, rogando que no lo mataran. Mientras tanto, el pobre Tordesillas rogaba que le dejaran confesarse. Los amotinados autorizaron a uno de los monjes le escuchase una breve confesión. Pero como quiera que el monje le retiró la soga del cuello para que pudiera hablar mejor, los sublevados le arrebataron de las manos al desgraciado antes de que le diera tiempo a finalizar la confesión y darle la absolución.

Tras la desamortización el Convento de los Franciscanos
 se transformó en Academia de artillería.
Los insurrectos no disponían de las llaves y los carceleros no se atrevieron a abrirles la puerta; por lo tanto, les resultaba imposible encerrarle en ella. Ante el dilema acerca de qué hacer con el, la turba decidió ejecutarlo; por ello se encaminaron con el desgraciado hacia el lugar habitual de las ejecuciones. Con una soga al cuello lo fueron arrastrando por las actuales calles Juan Bravo y Cervantes hasta cruzar la muralla. Al ser informados de lo que estaba ocurriendo, el dean de la catedral y varios canónigos se pusieron sus vestimentas solemnes y tomaron el Santísimo con una hostia consagrada para tratar de alcanzar a la multitud. Pero para cuando salieron de la catedral la multitud ya había pasado la Plaza del Azoguejo (donde está el Acueducto) y subía la calle de San Francisco; frente al Convento de San Francisco.

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Santa Eulalia
imagen_historias_linchamiento_calleDesde San Francisco los amotinados arrastraron con la soga a Tordesillas por la calle hacia arriba. En recuerdo de aquel día esa calle se llama “De la muerte y de la vida”. Cuando llegaron a la plaza de Santa Eulalia ‒donde en aquella época estaba el lugar de las ejecuciones– les salieron al paso los curas de la iglesia de Santa Eulalia con el Santo Sacramento en la mano; iban acompañados de algunos caballeros armados con espadas que exigieron que lo soltaran. Pero la turba se impuso, dirigiéndose con el prisionero hacia el patíbulo en el que colgaban los cadáveres de los dos alguaciles asesinados los días anteriores. Pero para cuando subieron al procurador, éste ya había muerto por asfixia a causa de los tirones de la soga. El cuerpo de Tordesillas fue colgado del cuello como los otros dos. Era el 30 de mayo de 1520; fecha en la que la sublevación de los comuneros toma carta de naturaleza.


Diez días después del linchamiento de Segovia el regente Adriano de Utrecht ordenó a Rodrigo Ronquillo –alcalde de Zamora‒ investigar la muerte de Tordesillas y castigar a los culpables. Lo que hasta entonces había sido el motín se transformó en la sublevación de los comuneros del sur de Castilla.

Texto íntegro de www.escapadafascinante.com (Ignacio Suárez-Zuloaga e ilustracion de Ximena Maier.)

lunes, 18 de abril de 2016

CASTILLA TIENE HISTORIA ¿TE ATREVES A REVIVIRLA?

1521 en abril para señas...

23 de Abril - FIESTA DE LA COMUNIDAD DE CASTILLA Y LEÓN


Estamos en la semana previa al 23 de abril, fecha en la que celebramos desde 1983 como así quedo designado en  el Estatuto de Autonomía de Castilla y León, en su artículo 6.3,  el día oficial de Castilla y León.

“Mil quinientos veintiuno y en abril para más señas, en Villalar ajustician quienes justicia pidieran. ¡ Malditos sean aquellos que firmaron la sentencia¡, ¡ Malditos todos aquellos los que ajusticiar quisieran al que luchó por el pueblo y perdió tan justa guerra¡. Desde entonces ya Castilla no se ha vuelto a levantar. En manos de rey bastardo o de regente falaz, siempre añorando una Junta o esperando un Capitán”.


Así reza el romance popular creado por el poeta leonés Luis López Álvarez y que el grupo de folk castellanoleones Nuevo Mester de Juglaría ponía acento en aquella revuelta de las Comunidades y en tan impronta derrota.

Celebramos cada 23 de abril una fiesta que pocos o muy pocos entienden con orgullo, llamando poderosamente la atención que este movimiento histórico no tenga la justa y merecida consideración. Más de una vez he podido escuchar en boca de la gente de la calle eso de: ¡vaya cosa que celebramos! ¡Una derrota! Si seremos tontos…



Tal vez seamos tontos, no ha de faltar razón en eso, pero no por celebrar una derrota, sino por no molestarnos siquiera en comprender lo que aquel movimiento comunero pudo conseguir y no logró: unos fueros y unas libertades prácticamente pioneras en esa manera de entender el orden y el gobierno del pueblo.


Las Comunidades de Castilla fue la primera revolución ciudadana de la historia de Europa; tuvo en su primera fase sus escenarios principales en las provincias de Segovia, Ávila y Valladolid. En un segundo periodo los acontecimientos tuvieron lugar en la provincia de Toledo. Un drama humano y político cuyas consecuencias duraron siglos, pues supuso el descabezamiento de los líderes de la burguesía y el final de las reuniones regulares de unas fuerte y pioneras Cortes (las primeras en ser convocadas en Europa desde el fin del Imperio Romano).



Pero por estas tierras y en los castellanos, poco parece prevalecer aquel sentir. Duermen las conciencias arropadas en la apatía, a menudo por ignorancia y otras por desinterés. Aquella sublevación terminó en derrota, es cierto. La historia, por mucho amargor que produzca, con rigor quedó escrita en tierras de Villalar, pero también conviene saber qué razones y qué injusticias se conjugaron para qué ese movimiento comunero y con él todo un pueblo, decidiera encender sus teas de descontento y revelarse.


Desde este blog nos vamos a salir un poco de lo habitual y hemos recopilado una una serie de artículos colgados en la red donde exponer (de un modo entre la historia y la leyenda) lo que en aquel entonces aconteció en nuestra tierra y si de alguna manera sirven para dar a conocer algo más nuestra historia daremos por bueno la iniciativa y si además removemos la conciencia en algunos lectores para saber de donde venimos el bueno se convertirá del mismo modo en útil.

Estas serán las entregas que durante esta semana iremos publicando:

I.- Linchamiento en Segovia y sublevación de los comuneros.

II.- Quema de Medina del Campo y Guerra de las Comunidades.

III.- Batalla de Villalar y ejecución de Bravo, Padilla y Maldonado.


“ Quien sabe si las Cigüeñas han de volver por San Blas, si las heladas de Marzo los brotes se han de llevar, si las llamas Comuneras otra vez crepitarán. Cuánto más vieja la yesca, más fácil se prenderá, cuanto más vieja la yesca y más duro el pedernal. Si los pinares ardieron aún nos queda el encinar.”

Este y no otro es el Canto de Esperanza de Castilla, un canto que debemos atrevernos a cantar sin complejos. Pudimos caer un día en Villalar de los Comuneros, pero ¿no creen que va siendo obligado levantarse?


Textos recopilados de Pilar Martínez Fernández (de Pueblo en Pueblo) y 

www. escapadafascinante.com - Capitales Comuneras- Texto de Ignacio Suárez-Zuloaga e ilustración de Ximena Maier.








miércoles, 6 de abril de 2016

LOS MOMENTOS DE LA SEMANA SANTA

NO ES UNA SEMANA CUALQUIERA. MEMORIAS DE SEMANA SANTA 2016




Cuando pasa cada Semana Santa, es innato seleccionar en nuestra memoria aquellos momentos únicos e irrepetibles que nos han cautivado. Atrás quedan los largos meses de preparativos para llegar al punto de partida de cada Semana Santa, el Domingo de Ramos y de ahí a vivir día a día la semana de pasión.

Es una conjugación de circunstancias que van desde el sonido a la luz, pasando por el momento personal o inesperado, un detalle que ha visto o un recuerdo, un abrazo con un ser querido, una mirada, una oración, un gesto...



Este año desde este medio hemos llevado a cabo la iniciativa aunar voluntades de varias personas con una afición común - La fotografía - y con un trasfondo y origen especial - Nava del Rey- para que desde detrás del objetivo nos mostrasen las particulares visiones que se producen en nuestra Semana Santa. Los que conformamos este equipo que para la ocasión fue bautizado como "Objetivo Capirote" queremos ahora compartir con vosotros parte de estos detalles, momentos que guardaremos en la retina de esta pasada Semana Santa 2016, tan llena de detalles que bien se podrían seleccionar un centenar de ellos.

La alegría del Domingo de Ramos, el silencio de una plaza ante una Rey de espinas, el sobrecogedor encuentro del Nazareno con su Madre, la voz quebrada de un pregonero al trote, el único sonido de la dulzaina castellana en noche que nos conduce a saber que estamos es Castilla y no en madrugadas andaluzas, el alba de un Viernes Santo , la elevación de la cruz en los Santos Juanes, las heridas del desenclavo, la belleza del cortejo de la procesión General al ocupar bajo un cielo especial todo el horizonte de Rodríguez Chico, el gemir de la las trompetas de Inmaculada, el eco sordo del tambor... La vida después de la muerte, la combinación de tradición, cultura, pasión y religiosidad de un pueblo, la esencia y el porque de Nava del Rey...todos esos.. Son los momentos personales de la Semana Santa de 2016.




La Semana Santa 2016 pasó y no es una semana cualquiera. El temido cielo se alió, salvo en el Traslado de la Soledad del sábado, con el resto de los actos en los que ejercía como techo, era frío si muy frío en ocasiones pero esto no apagaba la pasión de cofrades y curiosos. Así, de este modo "todo se ha cumplido" con una grata valoración por parte de las cofradías participantes y la Junta organizadora. Se han dado pasos para mostrar de mejor manera el arte y la cultura que posee Nava del Rey en estos días. Se ha tomado nota de todos los detalles que de un modo u otro deben corregirse en un futuro para mayor lucimiento de los actos programados pensando y trabajando de cara a la Semana Santa 2017.


La memoria sigue funcionando, valga esta muestra de imágenes para refrescar algunos de vuestros sentimientos. "Objetivo Capirote" así lo desea. La experiencia de esta semana santa tendrá su continuidad con nuevos proyectos de los que os informaremos debidamente y cubriendo también otras celebraciones con fuerte arraigo en Nava